El Gabo de madrugada
No recuerdo qué estaba haciendo antes de sentir unas desbordantes ganas de leer al Gabo. Creo que de pronto me vino esos flashes del pasado que a menudo (unas cinco veces diarias) me atraviesan el cerebro y es cuando surge la duda, la risa, la verguemza y más risas. Como sea, de pronto no sabía si es que alguna vez terminé de leer su libro o solo lo dejé tirado como la casa de los espíritus que compré en un remate de 5 soles. Dos horas después y luego de haber rebuscado entre unos niños del Brasil y la luna de locos que soñe en mi temprana pudertad, encontré el intento de biografía del Gabo. Y sí, lo había terminado de leer hace ya unos años. Supongo que ese es el problema de escribir finales insulsos pero geniales: que nunca los recuerdas.
Chicha
Chicha
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